JESÚS Y LA IGLESIA
Nuestra Iglesia Católica Romana y también otras iglesias cristianas pretenden y se supone
que están dedicadas a la realización de proyecto del Cristo, Jesús de Nazaret. Veamos si esa
pretensión se ajusta a la realidad. Como miembros de la Iglesia Católica tenemos derecho a
enjuiciar esto. Además, la propia Iglesia se encuentra ahora en un proceso sinodal abierto al
público, católico y no católico.
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prefiere referirse a
él como la misión de la Iglesia, y ese término de misión resulta ambiguo pues no especifica
su contenido; unas pocas veces parece relacionarla con el “anuncio del Evangelio”.
Bien se ve que la Iglesia se preocupa de sí misma como organización y no por la realización
de su misión. Es claro que sin cesar disminuye la práctica religiosa, amplios sectores de la
población abandona lo relacionado con las creencias religiosas, disminuyen las vocaciones
sacerdotales y la recepción de los sacramentos En otro tiempo había un culto religioso
brillante y con mucha asistencia, una gran aceptación social de la Iglesia y sus jerarquías
o sea, una Iglesia de “cristiandad”. En tal situación, sin duda la Iglesia no cuestionaría su
organización en un nodo ni, quizá, tendría un papa como Francisco, y seguramente no
hubiese tenido lugar un concilio como el Vaticano II. Pero tal tipo de iglesia triunfante no
evoca el mensaje de Jesús de Nazaret. A tal iglesia de cristiandad pertenecen prácticas
como las cruzadas y la Inquisición, que no se justifican con el Evangelio. Por eso interesa
ver cuál es el proyecto de Jesús de Nazaret, que la Iglesia pretende encarnar.
Jesús convocó seguidores que a lo largo del tiempo se organizaron como iglesias. Se las
puede reconocer como cristianas si sus obras se ajustan a la realización de la misión de
Jesús. En el caso de la Iglesia Católica Romana hay datos y argumentos a favor y en contra
de su denominación como cristiana. Se puede valorar positivamente su actuación en lo
referente al mandato de anunciar el Evangelio. Nuestro conocimiento del Evangelio nos
viene de la enseñanza que la Iglesia imparte. La actividad misionera de la Iglesia llevó el
conocimiento de Jesús a todas las partes del mundo donde fue posible hacerlo. Y está
también la acción asistencialista como la realizada por CARITAS, las pastorales diocesanas
penitenciarias, y la de órdenes religiosas, como la fundada por la Madre Teresa de Calcuta,
que se dedican a esa actividad caritativa, sobre todo en el ámbito de las misiones.
Menos encomiable es la respuesta eclesial a otro mandato del Maestro:
Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean sobre ellas, y los que son grandes ejercen
autoridad sobre ellas. Entre vosotros no ha de ser así. Más bien, cualquiera que anhele
ser grande entre vosotros sea vuestro servidor; y el que anhele ser el primero entre
vosotros, sea vuestro siervo
. La historia de 20 siglos de la Iglesia fue una flagrante
violación de ese mandato. La Iglesia creó jerarquías que ejercieron dominio y gozó de
privilegios hasta la actualidad. En la sociedad se tiene más derechos como ciudadanos que
los que tiene en la Iglesia el laicado y el bajo clero. De hecho, en el actual Sínodo se da
mucha importancia a la superación del clericalismo.
Pero veamos lo que ocurre con el principal punto de la misión de Jesús, el que define esa
misión. Cuando se le preguntó a Jesús: ¿Tú, eres rey?, su respuesta fue: lo dices, soy
rey, para esto he nacido y para esto he venido al mundo. Jesús valoraba el amor al
prójimo, las obras de misericordia. Pero esas obras, por sí mismas, no contribuyen a
establecer en el mundo el Reino de Dios. No contribuyen a cambiar las estructuras
económicas que generan la pobreza. El sistema social imperante está montado sobre la
desigualdad, el dominio de los poderosos sobre los débiles. Desde la época de Jesús siguió
habiendo guerras por la contradicciones generadas por intereses egoístas enfrentados. La
Iglesia no sabe, ni puede, ni quiere poner fin a eso. Pero justamente eso es lo que Jesús
quiere cambiar, y contribuir a ello es justamente lo que Jesús espera de sus seguidores.
Jesús fue perseguido hasta la muerte porque representaba una amenaza para el sistema de
dominación. Ningún sistema de dominación persigue a nadie por hacer obras de caridad.
Pero Jesús dejó claro que su proyecto del Reino de Dios entraba en confrontación, en
contradicción con el sistema imperante. A sus discípulos les decía que se les perseguiría
como a él y a los profetas que fueron antes. Si los dominadores persiguieron a los profetas y
a Jesús es por que vieron en ellos, en su proyecto, una amenaza para el dominio que
ejercían. Jesús presentó ese proyecto en la sinagoga de Nazaret. Eligió para leer el rollo de
Isaías, y fue al siguiente texto: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, vendar a los quebrantados de
corazón, proclamar libertad a los cautivos y a los prisioneros, proclamar el Año de
Gracia del Señor. El profeta que Jesús leía había sido condenado a muerte por un rey de
Judá: se le introdujo en el tronco hueco de un árbol y se le aserró por la mitad. Había
desafiado al sistema dominante. Y cuando Jesús, después de la lectura dijo: Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante de vosotros, estaba declarando la guerra al sistema
dominante, se estaba insertando en la tradición profética, no institucional, y se declaraba
dispuesto a cumplir el programa profético.
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o hipotecadas debían ser devueltas a los dueños anteriores. Esta última medida significaba
establecer entre las familias una igualdad que se suponía estableció Josué en el reparto tras
la conquista de la Tierra Prometida. Quieste hecho no sea histórico pero simboliza la
abolición del mercado que genera desigualdad. La doctrina del Año jubilar jamás se aplicó
en el antiguo Israel. Quedó como una promesa que cumpliría el Mesías que habría de venir.
Pues bien, la Iglesia que se declara asamblea de los seguidores de Jesús no es profética, es
institucional, como lo era también el antiguo Sanedrín. Tiene intereses y compromisos que
la obligan a relacionarse cordialmente con las instituciones y reinos de este mundo. Nunca
estuvo, ni está ahora, dispuesta a luchar por la igualdad de todos los seres humanos.
Combatió a todos los movimientos, internos y externos a ella, que lucharon por ese
objetivo; recordemos el caso de la Teología de la Liberación, y la hostilidad que la Iglesia
manifestó en los últimos siglos hacia las fuerzas políticas de izquierda que en este tema
están más cerca que ella del proyecto de Jesús. Jesús, al definir a Dios como Padre de todos
los hombres, estaba declarando que todos somos hermanos y por lo tanto iguales.
Escandalosamente, el posicionamiento anti-igualitario de la Iglesia-institución defendiendo
los sistemas de dominación tiene por finalidad instalarse en ellos, recibir sus prebendas; el
caso de las Inmatriculaciones en nuestro país es muy elocuente sobre esto.
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de seguidores de Jesús de Nazaret, pero tenemos que declarar que, con su posicionamiento
acerca del
principal punto de la misión de Jesús
, está defraudando al Maestro.